Enorme actuación de Atlanta anoche en San Juan.
Enorme por donde se la mire: por el gran rendimiento del equipo, y por la
monumental fiesta que vivió el hincha, tanto para el que pudo asistir, como
para el que se quedó en Villa Crespo. Porque fue una noche especial, se le jugó
de igual a igual a Racing, el último campeón del futbol argentino. Y eso no es
cuestión de todos los días. La diferencia fue de un penal, tras empatar 1 a 1
en los 90 minutos. Esta vez la suerte no acompañó. Pero sin dudas anoche, se
flameo bien alto la bandera Bohemia. Y la fiesta se pintó de azul y amarillo
Desde que se supo que íbamos a enfrentar a La
Academia, todos sabíamos que este iba a ser un partido a parte. Que nada iba a
tener que ver con el rendimiento que vemos del equipo sábado a sábado por el
campeonato. Porque si gran parte del hincha bohemio tenía una motivación mayor
a lo normal, como hacer para que los jugadores no la tengan. Y así fue. La
concentración duro los 90 minutos y no solo que se logró empatar, sino que se pudo
haber ganado.
Porque por momentos del partido, Atlanta fue
superior a un Racing totalmente atado, sin ideas. Sin la superioridad de
jerarquía que uno imaginaba frente a un equipo de dos categorías menores. El
equipo de Cocca carecía de juego asociado y abusaba del pelotazo a Pavone, para
que la aguante entre los centrales bohemios. Por su parte, el equipo de Sialle
se mantenía ordenado y salía con prolijidad de la mano de Juan Galeano, de gran
actuación en los 90 minutos.
En esa primera mitad, pese a cederle la iniciativa a
Racing, las dos más claras las tuvo Atlanta por intermedio de Mancinelli. La
primera fue de tiro libre, que Saja encontró milagrosamente y la segunda le
quedo la pelota bollando en el área y cuando era apremiado por un defensor
rival, la tiró por encima del travesaño. Esa jugada pudo haber sido
fundamental, ya que fue en el cierre y tras la expulsión de Acuña, era letal
para las aspiraciones del conjunto de Avellaneda.
El desarrollo del partido era parejo, peleado. Los
jugadores de Atlanta a mil revoluciones y por momentos cometiendo muchas faltas
producto de esa aceleración. Pero se jugaban la vida en cada pelota. Cuando
Racing intentaba, ya tenían encima otro jugador de Atlanta.
El 0 a 0 era motivo de ilusión por parte de esos
1200 hinchas bohemios que asistieron a la cita y que no pararon de alentar un
solo minuto. Era conmovedor. Sin embargo, en esa segunda mitad todo se
desmoronó rápidamente, ya que el conjunto de Cocca llegaría a ponerse en
ventaja antes de los 10 minutos de juego a través de Pavone, después de un
error en mitad de cancha de Cortizo que lo dejaba solo a Noir para que se la
entregue al goleador y de media para facturar.
Era un baldazo de agua fría. Todo el castillo de naipes
construido minuciosamente se caía a pedazos. Sobre todo porque se sabe que ante
equipos de semejante jerarquía encontrarse en desventaja es un gran problema.
No solo por el marcador, sino porque había que salir un poco más arriba y
arriesgar más de lo que hasta el momento estaba planeado, dejando espacios
letales para jugadores como Pavone o Noir. Porque aunque Racing no jugo con la
mayoría de sus titulares, presento un equipo plagado de jugadores reconocidos.
Pero Atlanta no se cayó y su gente tampoco. A pesar
de la desventaja jamás se desesperó y los hinchas en la tribuna cantaron más y más,
en busca del milagro.
Si la idea en un principio era bancar el 0 en el
arco, poder meterles un gol era una tarea bastante compleja. Casi titánica
Sobre todo porque el armado del equipo estaba basado en la zona defensiva y en
cortarles todos los circuitos ofensivos al rival.
Pero Atlanta fue, como su historia lo merecía. Con
huevos, con ganas, con la enjundia necesaria para preocupar a uno de los
equipos más grandes de Argentina. Y la misión imposible, de a poco no parecía
tan imposible.
Tanto Mancinelli como Silva preocupaban por la zona
derecha y junto con Galeano movían los tiempos del equipo. Y fue gracias a
Galeano que el milagro llegaría, ya que aprovechó que Pezzota vio una mano en
el área de Racing y cobró penal. Bien cobrado y bien ejecutado por el 10, que
además del buen juego sumaba el gol. Parecía ser ese tipo de partidos donde
cualquiera empieza a ver a Galeano con ojos de Primera.
El partido estaba empatado y se jugaba 10 contra 10,
porque anteriormente al gol había sido expulsado Cortizo tontamente. Faltaban
20 y la ansiedad carcomía a todos los hinchas de Atlanta, que veían algo tan
complicado al alcance de la palma de la mano.
Sobre todo porque Racing parecía no reaccionar,
aunque suele suceder en este tipo de partidos que en esos minutos finales siempre
aparece ese detalle de jerarquía que te define un partido. Eso nunca pasó,
Atlanta tuvo su oportunidad de ganar por medio de Bonfigli. Pero el delantero definió
mal y por arriba cuando había quedado solo frente a Saja. Y el encuentro llegó
a la instancia donde todos los hinchas de Atlanta firmaban antes de comenzar el
encuentro.
Era la hora de los penales. La hora de tener la
suerte necesaria y la determinación, como les dijo Sialle a la hora de definir
los tiros desde los doce pasos.
Y miren lo que es la vida que el primero en patear
fue Galeano, la figura de la cancha, y lo erró al querer asegurarlo bien
arriba. La pelota pegó en el travesaño y se fue por arriba. Después metieron
Silva y Quiroga. Lollo por el lado de Racing lo erró y le dio una nueva vida a
Atlanta, que Bonfigli no supo aprovechar al patear mal el penal, abajo a la
izquierda de Saja que atrapó el balón. Y la definición le quedó a Pavone. El
goleador no falló y le dio el pase a Racing a Cuartos de Final.
Inmerecido. Totalmente inmerecido, porque nunca logró
superar a Atlanta. Pero la lotería de los penales son así y la suerte no estuvo
de nuestro lado. Sin embargo, y como siempre, a toda la gente no le importó el
resultado y armó una fiesta. O si le importó, pero supo que el equipo dio todo
y no había nada que reprochar. Por un ratito, Atlanta volvió a soñar con
codearse con los equipos grandes de Argentina. Ese lugar que le pertenece. Y
para volver, deberá jugar lo que queda del Torneo de Primera B, con la misma
intensidad y emoción que lo hizo frente a Racing.