jueves, 3 de septiembre de 2015

Puro humo


Puro humo. Un espejismo. Una ilusión. Eso fue el partido con Racing por Copa Argentina. Un equipo que tuvo una noche soñada, para el recuerdo, que nos hizo sentir orgullo de ser de Atlanta, a pesar de la eliminación. Algo parecido a la victoria a River en el Nacional B. Un partido que quedará por siempre en nuestras retinas y corazón, pero que cuando repasemos la historia completa, el final es triste. Aquella vez, un descenso. Hoy, el estancamiento en la Primera B Metropolitana.

Todos queríamos que al partido siguiente de Racing los jugadores muestren esa misma intensidad. Ese amor propio. Concentración. Ellos mismos reclamaban a los hinchas el aliento como en San Juan a través de videos. La gente acompañó. Y alentó. Cantó a favor del equipo. Como siempre. Y los jugadores, hicieron lo de siempre. Defraudar al hincha. Atlanta no mostró ni un 50% de lo producido en San Juan. Sin ser el peor partido, lejos estuvo de jugarlo como tal: una verdadera final.
Estudiantes venía en levantada desde hace varias fechas con su nuevo entrenador. Pero el rival no es lo que importa. Acá el tema, y el problema es Atlanta y sus jugadores y cuerpo técnico. Un plantel que perdió 12 partidos. Imposible tener ambición de ascenso con tantas derrotas. Un plantel que perdió con todos los rivales que se encuentran en el fondo de la tabla. Un plantel que perdió todos los partidos contra los de arriba (dos derrotas con Brown, una con Defe, y empate y derrota con CAE). Un plantel que empieza a mirar de reojo a su entrenador. Porque cuando los resultados no se dan, y el entrenador empieza a inventar posiciones, los jugadores pierden la confianza del mismo. Pedrozo se siente perdido. Obligado a jugar de wing (¿es Pedrozo por características un jugador para jugar de wing?) recorre muchos metros y llega fundido al área. Lejos de su hábitat natural. Un plantel que siente que cuando están rindiendo bien, los borran o cambian de posición. Y todo esto concluye con la pérdida de confianza de los jugadores a su entrenador. Y así es muy difícil lograr los éxitos.
Ayer volvimos a ilusionarnos. Defensores había perdido. Merecíamos y queríamos una actuación similar a la de Racing. Pero fue solo humo.
Hoy Atlanta necesita urgente un golpe de timón. Porque el iceberg se acerca, y no queremos volver a verlo estrellar.